Ser ignorante no es algo a lo que le tengas que tener miedo

Siempre y cuando seas un ignorante consciente.

Ser ignorante no es algo a lo que le tengas que tener miedo

Probablemente, como yo, has estado llevando tu vida profesional bajo la premisa de que debes de aprovechar todos los recursos y oportunidades que tienes en frente. En mi caso, la narrativa que se me inculcó es que esto era mi responsabilidad, porque las generaciones anteriores no tuvieron ni siquiera una oportunidad de pensar en que podrían tener acceso a lo que yo hoy doy por sentado.

Viajes. Relaciones. Apertura de ideas. Tecnología. Información. Conocimiento.

Durante los últimos años, este último es el que se ha vuelto un punto de interés particularmente definido para mí. Porque, bajo la premisa de que es mi deber aprovechar toda oportunidad que se me presente, he creído que lo mismo aplica para el conocimiento.

Ha sido únicamente a través de muchos casi-breakdowns y sesiones de terapia que he entendido que no tengo que continuar adquiriendo conocimiento — por más que esté en una posición privilegiada en la que podría hacerlo.

Esta compulsión de querer saber más es la que nos lleva a desperdiciar el limitado tiempo que tenemos consumiendo entretenimiento disfrazado de conocimiento. Porque creemos que tenemos la responsabilidad de estar al día con las noticias del mundo; que si no estamos actualizados en cuanto a las últimas tendencias de herramientas y tecnología, vamos a perder nuestra ventaja competitiva; que no saber qué dijo tal o cual multimillonario va a limitar nuestra capacidad de tomar mejores decisiones.

Y mientras continuamos persiguiendo ese conocimiento vacío, la verdadera oportunidad que tenemos en frente —la de hacer lo mejor que podemos con lo que tenemos— se nos va entre los dedos. Y luego no entendemos por qué no avanzamos, por qué nos sentimos más insatisfechos.

Tenemos que aprender a ser buenos ignorantes: a tomar una decisión consciente de ignorar el conocimiento que tiene la capacidad de distraernos. La idea es que, irónicamente, siendo buenos ignorantes —manteniéndonos en nuestro carril, sin distracciones—, es como vamos a llegar a lo que realmente estamos buscando: sabiduría.

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Toma la decisión consciente de ser ignorante, para que puedas darte la oportunidad que realmente te mereces: la de encontrar tu maestría en algo.

El que mucho abarca, poco aprieta.


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