Teclear es la parte fácil. No es un pretexto para dejar de pensar.
No es lo mismo llenar un documento que tener algo que decir. No es lo mismo automatizar una tarea que decidir con claridad cuál vale la pena. Y no es lo mismo usar una IA que saber en qué momento tiene sentido usarla.

Tenemos herramientas que teclean por nosotros, organizan por nosotros, generan por nosotros. Y el brillo de que ahora podemos hacer con un par de clics cosas que antes nos requerían esfuerzo considerable no nos deja ver que nos vamos a estrellar de frente con una pared si no tenemos cuidado.
No es lo mismo llenar un documento que tener algo que decir. No es lo mismo automatizar una tarea que decidir con claridad cuál vale la pena. Y no es lo mismo usar una IA que saber en qué momento tiene sentido usarla.
Escribir son realmente dos cosas diferentes. Primero, está el trabajo de averiguar lo que quieres decir. Tienes un concepto, piensas en los puntos principales y descubres cómo hacer que todo fluya. Esto lleva tiempo. En segundo lugar, tienes que poner las palabras en la página, que en su mayoría es solo escribir.
Las instituciones se están dando cuenta de esto, y están intentando reaccionar a esta nueva realidad. Por ejemplo, OpenAI tiene una VP de educación que está buscando armar a estudiantes universitarios con ChatGPT lo más pronto posible:
De la misma manera que muchos estudiantes de hoy convierten sus cuentas de Gmail proporcionadas por la escuela en cuentas personales al graduarse, la Sra. Belsky imagina que los estudiantes graduados llevarán sus chatbots de IA a sus lugares de trabajo y los usarán de por vida.
No debería ser sorpresa; OpenAI no deja de ser una empresa privada que tiene que generar dinero, y si yo hubiera inventado una tecnología tan fundamental, también buscaría crear una base de usuarios leal, comenzando con lo más cercano posible a una etapa formativa.
La diferencia es que Gmail no tiene el potencial de hacerte un huevón intelectual (bueno, también depende de a qué newsletters te suscribas).
El punto es que pocas veces se cuestiona qué significa realmente formar criterio. Seguimos obsesionados con tener respuestas más rápidas, mientras el mundo exige mejores preguntas.
Lo difícil ya no es escribir, organizar o generar. Es tener criterio. Sostener y retar una idea. Ian Malcolm:
¡Pero no nos podemos detener a pensar mejor las cosas, no es eficiente!
Exacto. Y eso es algo bueno:
Durante décadas, hemos valorado la eficiencia en nuestra economía. Nos esforzamos por ello. Lo recompensamos. En tiempos normales, eso es algo bueno. Correr solo en los márgenes es eficiente. Una única cadena de suministro global justo a tiempo es eficiente. La consolidación es eficiente. Y todo eso es rentable. La ineficiencia, por otro lado, es un desperdicio. El inventario adicional es ineficiente. La sobrecapacidad es ineficiente. Usar muchos proveedores pequeños es ineficiente. La ineficiencia no es rentable.
Pero la ineficiencia es seguridad esencial, como nos está enseñando la pandemia de COVID-19. Todo el exceso de capacidad que se ha exprimido de nuestro sistema de salud; ahora desearíamos tenerlo. Toda la redundancia en nuestra producción de alimentos que se ha consolidado; nosotros también queremos eso. Necesitamos nuestras viejas cadenas de suministro locales, no las únicas globales que son tan frágiles en esta crisis. Y queremos que nuestros restaurantes y negocios locales sobrevivan, no solo las cadenas nacionales.
Tenemos que luchar por ser ineficientes — es decir, por ser humanos. La eficiencia pura es un camino insostenible.
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En otras cosas…
Uno de mis HomePod mini se rompió hace unas semanas, y en vez de comprar uno nuevo, estoy pensando en mudarme a Sonos — estoy viendo el Era 100. Si tienes alguna recomendación de otra marca, o experiencias que me quieras compartir con Sonos, házmela saber.
Además, How Economics Explains the World es el libro que estuve leyendo esta semana. Andrew Leigh tiene un talento natural para ir al punto sin darle tanta vuelta. Tomando nota. Una de las cosas que más me ha resonado hasta ahora es que el mundo actual (con todos sus problemas y virtudes) no hubiera podido existir sin la especialización de las comunidades. Por eso se me hace todavía más interesante la idea que propone David Epstein en su libro Range: Why Generalists Triumph in a Specialized World, que planeo leer cuando termine este.